
El artículo “The U.S. Ruling Class and the Trump Regime” de John Bellamy Foster, publicado en Monthly Review el 1 de abril de 2025, ofrece un análisis profundo sobre la relación entre la clase dominante estadounidense y el régimen de Donald Trump.
Foster argumenta que, a lo largo del último siglo, el capitalismo estadounidense ha desarrollado una clase dominante altamente consciente de clase, que ejerce su hegemonía tanto en la economía como en el Estado, proyectando su influencia a nivel nacional e internacional. Esta clase ha mantenido una ideología que separa el poder económico del político, sosteniendo la ilusión de una democracia liberal intacta, a pesar de la creciente polarización económica.
Sin embargo, esta ideología está colapsando frente a la crisis estructural del capitalismo estadounidense y mundial, y al declive del Estado liberal-democrático. Esto ha llevado a divisiones profundas dentro de la clase dominante y a una nueva dominación capitalista abierta del Estado.
En su discurso de despedida, días antes del regreso de Trump a la Casa Blanca, el presidente Joe Biden advirtió sobre una “oligarquía” basada en el sector tecnológico y el uso de “dinero oscuro” en la política, que amenaza la democracia estadounidense. Por su parte, el senador Bernie Sanders alertó sobre la concentración de riqueza y poder en una nueva hegemonía de clase dominante y el abandono de cualquier apoyo a la clase trabajadora por parte de los principales partidos.
El ascenso de Trump al poder no implica que la oligarquía capitalista haya adquirido repentinamente influencia política, ya que esta ha sido una realidad desde hace tiempo. No obstante, el entorno político ha girado hacia la derecha desde la crisis financiera de 2008, y la oligarquía ejerce una influencia más directa sobre el Estado. Una facción de la clase capitalista estadounidense controla ahora abiertamente el aparato ideológico del Estado en una administración neofascista, donde el antiguo establecimiento neoliberal actúa como socio menor.
El objetivo de este cambio es una reestructuración regresiva de Estados Unidos en una postura de guerra permanente, resultado del declive de la hegemonía estadounidense y la inestabilidad del capitalismo, además de la necesidad de una clase capitalista más concentrada para asegurar un control más centralizado del Estado.
Durante la Guerra Fría, se minimizó el papel de los propietarios de la industria y las finanzas en la economía estadounidense, sugiriendo que habían sido desplazados por una “revolución gerencial” o limitados por “poderes contrapuestos”. Se argumentaba que la democracia estadounidense era producto de la interacción de grupos pluralistas, sin una clase dominante hegemónica en los ámbitos económico y político.
Esta visión fue desafiada por teóricos radicales como Paul M. Sweezy y G. William Domhoff, quienes promovieron un análisis basado en la clase, aunque Domhoff prefería el término “clase gobernante” en lugar de “clase dominante”. Sin embargo, en las décadas de 1960 y 1970, muchos pensadores marxistas occidentales abandonaron la noción de una clase dominante, concibiendo al Estado como autónomo del poder de clase del capital.
A pesar de esta tendencia, Sweezy continuó argumentando que Estados Unidos estaba dominado por una clase capitalista gobernante. Dentro de la economía establecida, se reconoció finalmente la existencia de una estagnación secular, analizada durante mucho tiempo por economistas marxistas. La crisis financiera de 2008 y el ascenso económico de China evidenciaron el declive de la hegemonía económica estadounidense.
La oligarquía financiera estadounidense constituye una clase dominante que, aunque generalmente no gobierna directamente, busca una administración más directa del Estado, especialmente en sectores como el tecnológico, que dependen del gasto militar y la tecnología militar para sus beneficios y ascenso tecnológico.
La administración Trump ha abrazado la teoría del ejecutivo unitario, que sostiene que el presidente tiene autoridad total sobre el poder ejecutivo, lo que ha llevado a una expansión sin precedentes del poder presidencial. Esta teoría ha sido utilizada para justificar la destitución de funcionarios independientes y consolidar el control sobre diversas agencias gubernamentales.
En resumen, Foster sostiene que la clase capitalista estadounidense ha consolidado su control sobre el Estado, utilizando el régimen de Trump como vehículo para una reestructuración neofascista de la sociedad, en respuesta a las crisis internas del capitalismo y la pérdida de hegemonía global.